En este nuevo curso que iniciará en breve, deseo de corazón a tod@s l@s peques que inician etapa escolar que su periodo de adaptación no sea de resignación. Así como que, tanto la familia y la escuela entiendan y respeten sus necesidades emocionales.
Podríamos definir el Período de resignación como: el tiempo que le cuesta a un/a niñ@ darse cuenta de que por mucho que llore y se queje sus figuras referentes y de apego no volverán a buscarlo.
Esto es tan duro como suena.
Y es lo que está sucediendo año tras año desde muchos centros escolares y familias. Es la realidad de muchísim@s niñ@s.
Dejamos a nuestros hij@s en un lugar y personas que no conocen ni se sienten vinculados emocionalmente y durante no saben cuánto tiempo.
Pongámonos en su lugar por un instante. Con su inmadurez propia de la edad y sin recursos emocionales deben hacer frente, a menudo solos, a tal momento vital estresante.
Imagina por un momento que te dejan sola en tu nuevo trabajo sin saber a qué lugares puedes ir, ni siquiera qué lugares hay (cafetería, lavabo, despachos…), qué labor has de realizar, qué se espera de ti, quien es tu responsable, etc. ¿Agobiada? Bueno puedes poner en marcha todos tus recursos de comunicación, técnicas de relajación, afirmaciones positivas y demás.
Dime, ¿un niñ@ de 1, 2, 3 años tiene acceso a tales recursos?
¡No! Por supuesto que no. En cambio les pedimos que se adapten rápido a estar lejos de papá y mamá, que no lloren y sean ‘buen@s‘. Cómo si ser bueno significara no mostrar los sentimientos legítimos de cada uno. Cómo si los sentimientos se pudieran escoger y controlar. Cómo si al no nombrarlos, ni mostrarlos dejaran de existir por arte de magia.
Algo totalmente injusto y alejado de las necesidades emocionales de nuestros pequeñ@s en estos días.
Si quieres conocer cómo acompañar a tu hij@ en este proceso y obtener recursos para una adaptación progresiva y agradable, cliquea la imagen .
Algunos peques lo llevan tan mal que incluso lloran hasta vomitar, chillan, patalean…o cuando los recoge papá o mamá del colegio ‘montan‘ la gran pataleta. Una manera muy clara que tienen los niños de mostrar y decirnos claramente que nos han echado de menos, que no les gusta esta situación, que no entienden porque han de permanecer separados papá y mamá y que sienten miedo al estar alejados de nosotros.
Que nuestros niñ@s puedan establecer un vínculo seguro con los referentes en la escuela requiere de tiempo y cariño. Aunque en ocasiones mucho menos del que se imagina.
Esto se consigue, por ejemplo, con un acompañamiento en el aula progresivo por las figuras de apego para el niño/a.
Quizá los papás no podemos realizar el acompañamiento necesario por falta de conciliación laboral, pero algún familiar sí lo puede realizar por nosotros.
Quizá a los profesores les incomode tener familiares los primeros días dentro de las aulas. Pero sinceramente, después de vivir dos aulas en proceso de adaptación , tanto de guardería como de P3, me parece una ayuda más que un estorbo y sobre todo una necesidad para esos pequeños y un derecho que tienen.
Los centros escolares que todavía no ponen en práctica esta metodología progresiva de adaptación (por suerte cada vez existen más que sí lo facilitan) deberían considerarlo seriamente por todos los beneficios que conlleva. Pensemos que es el inicio, el primer contacto escolar y les quedan muchos años por delante a nuestros hij@s de etapa académica.
Como pensáis que es mejor empezar, ¿Seguros y tranquilos o con miedo?
Centros escolares y familias pongamos todo lo que esté de nuestra mano para que sea una realidad la existencia de períodos de adaptación y no de resignación.