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Cómo gestiono mis emociones

Cómo gestiono mis emociones

Cómo gestiono mis emociones: una nueva mirada a lo que sentimos

Imagina por un momento que estás en casa, tranquila, y de pronto suena el timbre. Una visita inesperada. No la esperabas, y en el fondo, no la deseas. Sin embargo, eres educada, así que abres la puerta, sonríes, y la haces pasar. Le ofreces café, algo de merienda… incluso, si la situación se alarga, podrías invitarla a cenar o hasta a quedarse a dormir.

Parece exagerado, ¿verdad? Y sin embargo, esto mismo hacemos con nuestras emociones incómodas muchas veces. Les abrimos la puerta sin saber muy bien cómo gestionar su presencia, y en lugar de invitarles a marcharse con amabilidad y firmeza, les preparamos una mantita para que se queden indefinidamente.

Las emociones no son el problema, es cómo las habitamos

Desde que acompaño procesos personales y escucho a muchas mujeres en terapia, me doy cuenta de lo frecuente que es aferrarse al malestar. Nos cuesta soltar una emoción negativa no porque queramos sufrir, sino porque no sabemos cómo moverla, cómo darle salida, cómo “abrir el tapón del desagüe” emocional para que el agua vuelva a fluir.

Porque, al igual que el agua estancada, las emociones estancadas terminan por oler mal, por hacernos daño, por desequilibrarnos.

Cómo gestiono mis emociones no tiene que ver con no sentir nunca más tristeza, enfado o ansiedad. No se trata de evitar, reprimir o huir. Se trata de aprender a observarlas, darles un espacio, comprender qué vienen a decirnos y luego permitirles seguir su camino.

Ajustar expectativas para no frustrarnos

Uno de los errores más comunes que veo es pensar que, una vez adquirimos herramientas de gestión emocional, nunca más vamos a sentirnos mal. Nada más lejos de la realidad. Las emociones desagradables seguirán apareciendo. Lo que cambia es la frecuencia, la intensidad y, sobre todo, el sufrimiento que nos generan.

Tener recursos no elimina el dolor, pero sí evita el sufrimiento innecesario. Y sobre todo, nos devuelve el poder de decidir cómo respondemos.

Entonces, la clave no está en buscar una vida libre de emociones negativas. Está en aceptar que a veces la vida duele, que hay piedras en el camino y que la diferencia está en si nos encariñamos con la piedra… o si la soltamos, nos levantamos y seguimos adelante.

¿Qué hago cuando me siento mal?

Cuando me encuentro en momentos difíciles, he aprendido a hacerme preguntas clave:

  • ¿Estoy esperando no sentirme mal nunca más?

  • ¿Estoy dando espacio a esta emoción o me estoy aferrando a ella?

  • ¿Estoy viendo esta situación como un castigo o como una oportunidad de aprendizaje?

  • ¿Hay algo que puedo entender de mí misma a través de esto?

  • ¿Necesito acompañamiento para transitarlo con más calma?

Porque, aunque a veces no lo parezca, hay salidas, opciones y luz. Puede que en el momento no se vean. Pero están ahí. Y si mantengo la certeza de que existe una salida, por pequeña que sea, mi mente empieza a moverse en esa dirección.

Aprender a remar en plena tormenta

Me gusta pensar en la gestión emocional como aprender a remar en medio de la tormenta. No podemos evitar que lleguen los nubarrones, pero sí podemos aprender a:

  • No mojarnos tanto.

  • No pasar tanto frío.

  • No naufragar cada vez que una ola nos sacude.

Y esa es precisamente la base de mi trabajo: enseñar a remar, a moverse, a navegar incluso cuando las aguas no están en calma. No se trata de eliminar las tormentas, sino de pasar por ellas con los menores rasguños posibles y aprender de cada una.

Sentir es vivir

Si algo me gustaría que te llevaras hoy es esta idea: sentir no es un error, es un privilegio. Estás viva. Tienes un cuerpo, una mente, un corazón que responde. Y eso es algo profundamente humano.

Así que no, no estás rota. No estás fallando. No estás repitiendo patrones “mal” porque un día te sentiste mal o se te cayeron las fuerzas. Estás simplemente viviendo.

Por eso, te invito a ajustar tus expectativas, a tratarte con amabilidad, y a comenzar a preguntarte, desde hoy mismo, cómo gestiono mis emociones, incluso cuando todo va bien, para que cuando llegue la tormenta, estés mejor preparada para remar.

Y si no sabes por dónde empezar, recuerda que no tienes que hacerlo sola. A veces, un buen acompañamiento puede ser el faro que necesitas para encontrar la salida del temporal.


Espero que este post te haya aportado luz y claridad. Me encantará leerte en los comentarios y saber qué reflexiones te despierta. Y si crees que puede ayudar a alguien más, compártelo. Al final, gestionar nuestras emociones también es crear red, compartir herramientas y saber que no estamos solas.

 

🧡 Por eso, si tienes dudas, lo mejor es preguntar. Estoy aquí para escucharte y orientarte.

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